Madrugada

24 de marzo de 2025

Buenos días a todos…

Sentía que se empequeñecía por días, la mujer estaba preocupada un poco, cada vez era mas diminuta, su cuerpo en el espacio ocupaba menos lugar, tomaba también menos aire, todo en un vilo, al bailar sus movimientos eran mas comedidos. Esto ocurría a la vez que su mente, sobre todo su cerebro, aumentaba, crecía a mas velocidad, se incrementaban sus ideas; también su corazón, sus sentimientos, sus emociones eran mas sufridas, a la vez que liberadoradoras. Es como si por dentro fuera grande, y por fuera se fuera cada vez más encogiendo.

Debía ser la poesía, el habito, el trabajo, soñar siempre en signo poético. La poesía, influía en ella de manera abismal, la sometía a una especie de rebelión contra lo impuesto desconsideradamente por “alguien” o “algo” social, contra el resto del mundo, social o antisocial, ese “alguien” o “algo” es el que tenía la licencia de promover guerras, hambres y miseria, en niños, mujeres, hombres. Eso la conmovía y quería apelar a los hombres a insurgirse en contra de las injusticias, contra ese “alguien” o “algo” macabro.

Desde su cada vez sitio mas pequeño, no os creáis se sentía fuerte, con ideas claras, en cuanto a lo que a su alrededor sucedía; blanco, negro o gris, ella luchaba por unas pinceladas de color, verde esperanza, azul cielo y morado femenino, rojo pasión, amarillo inteligencia, marrón tierra; colores de guerra para la paz.

Sus átomos se estaban encogiendo y su presencia en el mundo era cada vez mas pequeña, pero importante aún, como la de todos. Significaba para ella este disminuir, por el contrario, una extraña corroboración de que pasaban los años en ella, y, aun así, se expandía por espíritu y alma. No tenia poderes extraordinarios como los dioses, lo sabía, pero desde la pequeña gota que era de mar, luchaba por que todos viviéramos un poco mejor. Sabia que sus pretensiones eran ilusas, pero se consideraba receptora de ideas de otros ilusos ilustres a lo largo de los siglos, que quizás si después de ellos, se demostraba que habían conseguido cosas.

A veces temía disminuir tanto de tamaño, que desapareciese un buen dia, y solo quedaran sus manos y su prolongación, el ordenador.

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